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Un Corazón Azul que Sueña y Trasciende

Por: Sergio David Muñoz Barrera

 

El Sabio Caldas es, sin duda, mi segundo hogar. A lo largo de los años, ha sido el lugar donde aprendí el valor de la autonomía, la importancia de creer en mí mismo y la fuerza necesaria para forjar mi propio proyecto de vida.

Todo comenzó en el año 2001, cuando dejamos atrás la polvareda y, en su lugar, junto a mis padres vimos surgir esos techos azules que parecían fundirse con el infinito del cielo que lo cubría. Recuerdo la lucha de mis padres por conseguir un cupo para mí en este colegio, convencidos de que aquí podría desarrollar lo inimaginable.

Inicié mi camino en primero de primaria, lleno de motivación y con la certeza de que aquel espacio sería el escenario de mis más grandes aprendizajes. Desde el primer día, reconocí en mi directora de grupo una vocación inquebrantable, un amor genuino por la enseñanza y un interés real por sus estudiantes. Durante once años recorrí cada aula, cada asignatura, cada desafío y siempre esforzándome por dar lo mejor de mí. Finalmente, mi dedicación dio frutos y logré destacarme académicamente, lo que me abrió las puertas a una beca para estudiar aquello que me apasiona: Psicología en la Universidad Católica de Colombia.

Recuerdo con especial gratitud a aquellos docentes que marcaron mi camino. En particular, Nelson Garzón, conocido por todos como “Mogollo”, el profesor de matemáticas que no solo me enseñó números, sino que me transmitió la fortaleza del humor y la perseverancia. Fue él quien me inspiró a creer en mis sueños, al igual que lo hizo con muchos de mis compañeros.

Después de un largo recorrido en el sistema educativo, desempeñándome como orientador, líder de proyecto de vida y en otros cargos, se me dio la oportunidad de regresar a la casita de los Techos Azules. Volver como profesional al lugar donde me formé fue un regalo lleno de emociones, incertidumbre y, sobre todo, una gran responsabilidad. Mi propósito era claro: replicar en otros jóvenes lo que “Mogollo” inspiró en mí.

En este regreso, conocí a la Promoción 2022, quienes me acogieron con afecto y me permitieron ser parte de su camino. Con ellos, reafirmé mi misión de orientar a los estudiantes en su proceso de autoconocimiento y brindarles herramientas para acceder a la Educación Superior. Esa misma pasión es la que hoy me permite decir con orgullo que no solo soy egresado del Sabio, sino que también que tengo un cargo que me permite transformar, con el corazón, el proyecto de vida de las nuevas generaciones.

A las futuras promociones quiero decirles que ser Gimnasiano es un privilegio. Lleven nuestro nombre en alto, sigan creyendo en ustedes mismos y recuerden que siempre habrá una nueva oportunidad, una puerta que se abre, una ventana que nos muestra un nuevo horizonte. Somos merecedores de lo mejor, y nuestra felicidad radica en reconocer lo que somos y todo lo que podemos lograr. ¡Nunca dejen de soñar!

 

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