Las ironías
Erick David Corredor 10A
Empezando la semana de la “paz” en el colegio observamos eventos los cuales conmemoran estas fechas tan importantes para el país, al pasar los días todo continua con normalidad, los gritos de los estudiantes un martes a las 3 casi 4 de la tarde, preparándose para salir del colegio. Yo estando en los salones de Sena decido observar mi celular, notando algo peculiar y fuera de lo esperado para esas fechas, la notica que azotó con todo el barrio.
7:10 de la mañana llegaba tarde al colegio gracias a que el transporte y falta de ánimo no aportaban a mi día, esperando el regaño y sin ansias de llegar al aula de electricidad volteo a mirar mi celular sin ninguna razón aparente diciéndome la frase “hoy será un buen día”, subiendo la rampla y sin darle importancia escucho los gritos, las risas y esa emoción en los estudiantes de los pisos inferiores que yo sentía que se desprendía cada paso que daba.
No era la hora ni del almuerzo y por mi mente solo pasaba una cosa: “quiero irme ya”. Disfrutando del descanso con mi novia y mis amigos pensaba en que algo tenía que ocurrir para que el horario no fuese tan largo.
Esperando que sea la hora de volver a las clases después de haber jugado básquet durante más de la mitad del descanso observo mi celular viendo en los estados de distintas personas algo en común, un comunicado el cual mencionaba lo sucedido horas antes, dejando un hueco en mi mente y sin tener una sola palabra para describir lo pálido y anonadado que me dejó lo antes leído, mis compañeros de mesa al ver el cambio tan drástico deciden preguntarme qué sucede, mencionándoles así y opinando sobre lo corrompido que pudo estar aquella persona y comparando las fechas que se celebran y por las cuales en el colegio se presentaban eventos en donde niños incluso edades menores participaban. Concluíamos en una frase que hasta el día de hoy retumba en mi cabeza “¿Aún existe la paz en un mundo donde se cría y se enseña violencia?
Lleno de impotencia y con pensamientos llenos de odio, recibo la noticia que tanto había anhelado, y por la cual, ya no sentía ningún tipo de emoción. siendo las 4:10 de la tarde la profesora sin ningún previo aviso, nos indica que saldremos de inmediato por un suceso el cual no menciona y que no tardaríamos en presenciar. Las calles eran como un infierno, señores y señoras, estudiantes y personas del barrio, todos reunidos por un daño que no solo fue a una niña, un daño que fue provocado a toda una comunidad y así como este daño millones de miles que pasan desapercibidos en el país y en el mundo.
Esto desató un odio profundo tanto a la persona que no debería tener ni un mínimo de perdón, como a la institución la cual trató de encubrir lo sucedido provocando un momento nunca antes visto cientos de personas distintas peleando por un mismo objetivo, cambiar el pensamiento de este tipo de personas.
Pasando en medio de las personas de camino a casa no paro de escuchar personas diciendo “Estamos cansados de que esto sea normalizado, necesitamos un cambio”, y cosas que yo como estudiante podía llegar a imaginar como imposibles casos extremos e incoherentes, pero entre todos estos comentarios solo pensaba en una cosa, “qué se necesita para que en Colombia o en mi barrio exista la paz?
Después de un largo recorrido, no nos podemos quedar con el sin sabor, debemos probar el fruto de una sociedad, en donde no solo se luchó por lo sucedido sino por lo que será para las generaciones futuras. Un lugar donde estas historias serán la base para recordar que a pesar de todo y estaremos juntos y mejoraremos para arreglar los problemas.